Hoy que la tarde se viste de mortaja
hoy que la juventud vuela
en caída leve y sin peso;
recuerdo mis tardes incompletas,
el terror al horizonte
aquel cielo sin dios que amenazaba
desde el vacio
y la atracción irreverente del vértigo
a mis diecisiete.
Las viejas desdentadas
nos recitaban frases regurgitadas como salmodias
“¿De qué os quejáis si lo tenéis todo?
…y mientras, en la habitación cerrada y oscura
me veo apretar con fuerza los ojos en una siesta forzada,
…y bajo las persianas hasta el final
para que no queden rendijas
que me permitan avistar la tentación
dulce y terrible de la nada.