Aquel San Valero de 1990 el Zaragoza iba ganando uno a cero a la Real Sociedad, gol del nefasto Siracov. Cuando a punto de terminar el partido Gorriz golpea el balón con la mano en el área donostiarra y el arbitro pita penalti. Chilavert era el portero del Real Zaragoza y Radomir Antic, a la sazón excepcional entrenador de nuestro equipo, deja que sea su propio portero, o sea el payaso Chilavert el que lo lance. Y lo metió, lo metió, para regocijo popular y mayor gloria del paraguayo.
En la grada estaba el chico de la consuelo con sus apetecibles diecinueve añicos y también estaba el Txatoindustrial euskaldun del gremio del transporte con su hijo Xabier. Ambos con la ama Bittori habían venido a Zaragoza a ver a su hija Nerea que cursaba derecho (y un poco el alemán) en nuestra ciudad. Cuando fueron a coger el coche para volver, comprobaron que unos indeseables les habían jodido los retrovisores, quizá, pensó, porque el coche tenia matricula de sansebastián y ya sabes, la gente nos mira mal a los vascos. Años después esta historia la contaría un tal Aramburu en el capitulo 84 de un libro regular llamado Patria.
Lo que no contó, no sé si porque se le olvidó o porque sencillamente no estuvo en el campo, es que por lo que fue realmente famoso ese acontecer futbolístico es porque tras meter el penalti Chilavert, el paraguayo regresó a la portería haciendo momos al graderío de espaldas al circulo central. Y Goicoechea más listo que el hambre saco rápido de centro y picó el balón desde el medio campo mientras el cancerbero seguía haciendo el bobo de regreso a su portería sin ver el balón que volaba para recibir el 2 1 que quedaría en el casillero final del encuentro. El Txato ya no volvió a ver más partidos en La Romareda, ni más eneros.
Y es que Aramburu en ese libro cuenta muchas cosas a medias, la mitad a saltos y casi todas de manera desordenada. Porque tampoco cuenta que pocos años antes, sería la primera semana de diciembre del 87, el chico de la consuelo andaba con su tio matias al otro lado del Ebro, cree que para echar la prorroga a la mili. El tio matías le dijo ¿por qué no vamos a saludar a la casa cuartel a menganito? fue compañero mío, te vio de pequeñico y siempre me pregunta por ti (recordad que el de la consuelo era ya a los siete añicos un pobre güerfanico y eso siempre enternece) y para conseguir sus fines el tio matías le atacó con argumentos que sabía irrebatibles para su sobrino. En el bar de la casa cuartel se almuerza de puta madre y está aquí al lado. Fueron.
El tio matías era ya en 1987 guardia civil retirado. Os cuento, a principios de los ochenta le acababan de comunicar su próximo e idílico destino: Intxaurrondo. Incorporación inmediata De su metodología indagatoria algo se cuenta en Patria. Aquellos pilares del 82 recuerda que fue con sus tios al circo, recuerda a su tia, a la que adoraba, llorando a escondidas diciéndole: no sé hijomio si veremos más veces el circo juntos. Lo cierto es que una semana más tarde del Pilar, su tio se debatía entre la vida y la muerte con un tiro a bocajarro.
No, no habían sido los terroristas. Un accidente en el campo de tiro de Zaragoza, días antes de que partiera hacia las vascongadas le había reventado el hígado. Nunca fue a Intxaurrodo. Se salvó por los pelos. Nunca más trabajó y se dedicaba a papelear en cómodas oficinas de buricracias inutiles hasta que se jubiló. Por eso aquella mañana de diciembre de 1987 tenía tiempo para ir con su sobrino a hacer los papeles de la mili, a almorzar a la casa cuartel y a saludar a viejos compañeros. Anduvieron por las cocinas, le presentó a varias personas entricorniadas, que destacaron cuanto se parecía fisicamente a su tio, vio correr por el patio a tres o cuatro niñas jugando a la comba y algún crío pateando un balón de reglamento.
Unos días después, el día 11 de diciembre a las seis y diez de la mañana un Renault 18 con 250Kg de amonal aparcaba en la puerta de la misma casa cuartel. Un par de minutos después, parece ser que para lograr la independencia de 7234 metros cuadrados de un rincón de Europa, cinco niños y seis adultos morían aplastados por el edificio derruido de la casa cuartel, hubo casi cien heridos más. La ciudad ardía de ira. Llovía sobre mojado ya que ese mismo Enero otra bomba había estallado junto al Pilar dejando varios muertos.
Tres eneros más tarde, el Txato veia en La Romareda como Goicoetxea le clavaba un gol al payaso y mal portero Chilavert. Aramburu no contó el gol de la Real, solo el del Zaragoza; ni el atentado a la casa cuartel solo que unos gamberros les jodieron los retrovisores al Txato y les insultaron.
Tampoco contó que el chicodelaconsuelo durante varios años posteriores fue un empedernido vascofilo sentimental y anduvo entablando tiernas y variadas amistades estivales con distintas ciudadanas vascongadas. Eran esos tiempos en los que sentados en corros merendábamos besos y porros, que decía el poeta e imaginábamos los unos las ciudades de los otros idealizando patrias y banderas ajenas. Pero si os digo la verdad las noches se nos hacían demasiado cortas para malgastarlas hablando de política. Hubieron amigos y amigas de todo: de un lado, del otro y de ninguno como en Patria. Qué atractivamente raras me parecían. Vivíamos con gusto nuestra juventud desorientada para construir futuros recuerdos, luego escuchábamos a Lertxundi, aprendía frases en euskera bajo aquella luna bakarti eta ederra, y soñábamos y hacíamos esas cosas primeras que ya no se olvidan.
También cuenta Aramburu cosas de la facultad de derecho en Zaragoza y por supuesto algo de la facultad de veterinaria pero está quizá sea otra historia que puede contar alguien mejor que yo. Le cedo el testigo amigo Viveiro.
PS-. Os enlazo al video de los goles del partido
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PS-. Os enlazo al video de los goles del partido
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