Si tuviera que escribir ahora, a toda prisa media hora antes de que acabe Junio, hablaría de que ha llegado el estío denso, lento y caluroso a estas tierras de secano. Que he visto dos películas de Robert de Niro que no recuerdo si las había visto ya, pero que me han encantado (Heat y Taxi Driver). Que este mes he concluido dos obras maestras El futuro recordado de Irene Vallejo y La llama y el hielo de Plinio Apuleyo Mendoza y que cuando todo se tensa como en este último año, hay que ir con cuidado para que la cuerda no se rompa al volver a la normalidad destensada, floja y fragil.
Que conducir, solo, en silencio, te hace mirarte por dentro. Tengo una teoría propia, aventurada y peligrosa de que la gente triste que tiene que conducir a diario largos trayectos tiene proclividad a caer en la depresión por hacerse demasiadas preguntas sin respuesta y sin embargo cuando se está conforme con uno mismo, conducir por carreteras secundarias te permite abrir paréntesis para contarte sueños inspiradores al oído.
Leo, sigo leyendo, para no escribir. Sigo con Josep Pla ya en el último tercio del año de la gripe en su cuaderno gris. Es una delicia en esa traducción limpia, rica y reinventada de Ridruejo. Me visita Bascombe, ya lo he contado. Y tengo tantos libros empezados sobre la mesilla que a penas llega la luz a mis noches desveladas.
Por fin logro esquivar las pesadillas o más que pesadillas esas ideas que se quedan pegadas a la vida al cerrar los ojos; porque no se sueñan historias sino sentimientos a los que, el enanito cabrón que habita nuestra inconsciencia, les pega argumentos con personajes que rescata del día a día.
Empieza a llover; empieza el futbol, que realmente me importa una mierda, pero que sirve de excusa para estar un rato más con los chicos. Hablar de trivialidades completa los vacíos, como los completa hablar con los mayores que se saben más mayores cada día. También he ido al teatro a ver El padre con Jose María Pou que es un actor sensacional. Una obra de mayores, por eso me viene a la cabeza, que mezclan la vida imaginaria para poder huir de ella en un puente entre su ahora y su nunca jamás.
Vamos cerrando párrafos, abriendo otros y como en un relato recurrente cuestiones de ayer se hacen de nuevo hoy mismo. Llego tarde a casa, te veo dormir, ya sin ropa o con poca ropa, porque esta calor (en femenino) a veces nos exprime y a veces nos desnuda. Qué ganas tengo este año de un verano largo. Qué reticencia a empezar de nuevo en septiembre.
Miro el reloj del ordenador, llevo veinte minutos escribiendo y ya solo quedan diez para julio, me apresuro, y como una promesa que nadie me exige, me siento satisfecho porque vuelvo a escribir cuatro post al mes. Dejar, al menos, huella de lo vivido, de prisa, sin corrección, como un paseo en la arena que borrará la pleamar, ya buscaremos luego alguna foto y alguna música, ahora tan solo letras.
Ya sabeis que soy forofo absoluto de los Foxes and fossils.