Es una delicia ir al museo. Los que somos provincianos aprovechamos cualquier hueco en la agenda de una excursión a la capi, para colarnos en alguno de estos bosques de paisajes, colores y perspectivas. Cada recorrido, cada incursión es diferente como esos viajes a las grandes ciudades en los que cada vez descubres un recodo distinto, un edificio que te invita, una calle que te transmite nuevas sensaciones, el bar de música en vivo que no habías visitado antes.
Hacía mucho que no iba al Thyssen, y con la excusa de Caravaggio (y sus amigos) que hacia poco habia visto en los Uffizi en Florencia, me adentré en ese mundo de sueños e historia que es la exposición permanente. Lo primero la felicitación a las personas de la información de la entrada del museo. Amables, pacientes y haciendote un mapa por las sendas que debes visitar. Y luego ese placer de descubrir al azar pintores nuevos que te roban la mirada y que luego patearas al llegar a casa.
Os pongo mi mapa de este viaje. No tiene más lógica que la de ir apuntando lo que me llamó más la atención. O igual sí que la tiene y el diablillo maligno ha ido uniendo con puntos, sin yo saberlo, el dibujo de mi estado emocional.
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