Vine del post anterior
Oir a Carminho es siempre una delicia. Yo la descubrí de la mano de Alborán cantando Perdóname que es una canción de una dulzura tan envolvente que te amansa. Canta Fado, esa música que hay que escuchar el segundo después de que te rompan el corazón o te abofetee la vida. A mi no me gusta mucho porque me duele demasiado.
Chico Buarque es otra cosa, es bossa nova y eso ya son palabras mayores, acordes imposibles que se quedan colgando de la melancolía y que de manera irremediable me traen recuerdos de los bares de Rio y de las noches en Niteroi.
Chico Buarque es del grupo de los que tocaron en el bareto bonaerense de la Fusa, el gran Vinicius, Maria Betanha y Toquinho. Tengo una grabación, que he desgastado a fuerza de oírla, de aquellos conciertos en los que la nueva canción brasileña salió del armario y entre whiskys, mujeres y madrugadas se dio a conocer al mundo.
Escuché a Toquinho en un concierto de julio del 2008 con la luna llena durmiéndose a las orillas del Ebro, y es el recuerdo que creo que me quedará para siempre de aquella loa al pladur que fue la expo.
Es un ejercicio de memoria más añoroso que recontar amores adolescentes, el de saber el porqué te empezó a gustar un determinado estilo de música, a mi la bossa me enganchó definitivamente en las noches de estudio oyendo en radio3 “Cuando los elefantes sueñan con la música” de Carlos Galilea, de hecho está canción de Carolina, la descubrí el otro día escondida en un postcast del programa.
Durante muchos años escuchaba la música brasileira y soñaba con el Pan de Azucar, Ipanema, y los Arcos de Lapa bajo la voz de Caetano como el que sueña de pequeño con ser aventurero, médico o futbolista, sin reparar en lo imposible del sueño. Luego la vida te lleva por pasadizos inesperados al otro lado del espejo y de repente me vi allí varios viajes por trabajo; reconozco que hubo momentos que estaba tan emocionado que me saltaron lágrimas al ser consciente de donde estaba.
No me entretengo, ya he hablado varias veces de los viajes y las impresiones de allí. A ver si reengancho con la sana costumbre de cuentear en utópico y pinto historietas imposibles de amor saliendo del Rio Scenarium en Lapa o besos prometidos tras un concierto de choro en una playa de Niteroi.
Pues nada a esto hemos llegado partiendo de querer contestar comentarios al post anterior y que visto que me ha quedado largo lo cuelgo como una nueva muestra de cortapega retro de lo que fui.