Quantcast
Channel: EL CHICO DE LA CONSUELO
Viewing all articles
Browse latest Browse all 432

Juan Diego Botto Una noche sin luna. En defensa del teatro y la discrepancia.

$
0
0

 

Mira querido lector, me la suda, si tú, como yo, estás en contra de los subvencionados de la ceja dando lecciones de honradez, del podemismo de “verdad única” disfrazada de memoria ahistórica; de la superioridad moral de la izquierda; de aquellos que confunden ser buenos interpretes con pertenecer a la cultura, de que nos metan los huesitos de Lorca hasta en la sopa; de errores y amnesias voluntarias y torticeras sobre la segunda república. Repito me la suda si apagas la tele solo con ver a los bardem, almodovar y similares con sus lecciones morales en twitter o la sexta… pero serás un idiota de tomo y lomo, el más idiota del mundo, creo yo, si por esos prejuicios, no vas a ver y disfrutar de Una noche sin luna de Juan Diego Botto, una de las más sensacionales, estupendas, brillantes, emotivas y grandes obras de teatro y actuación que haya visto jamás en mi medio siglo de vida.

En eso consiste Una noche sin luna. En reivindicar que se alce el telón, aunque discrepes absolutamente de la moral (ina) que la obra transmite y del dramaturgo que la crea. El telón tiene que subir siempre como acto de libertad, compromiso e irreverencia en el tiempo que sea. Qué otra forma hay para echar discursos a quien no quiere escucharlos, que otra forma de decir e implicar a las minorías a viva voz.

Y es que no siempre ha sido así en nuestro país, ni siquiera lo es ahora, cuando puedes llamar capullo al rey pero no discrepar del discurso piji oficial en sus chabacanas interpretaciones históricas de la segunda república, su ecologismo de salón o sus peregrinas teorías sobre educación cooperativa pseudoigualitaria. El derecho a que el titiritero te cruce la cara es un derecho irrenunciable (creas que tiene razón o no) y termómetro democrático que conlleva de contrario, claro, que también se la puedan cruzar a él sin que seas tildado de facha.

Tanto Sergio Peris-Mencheta (director) como Juan Diego Botto (Autor y actor) ya demostraron que juntos son unos genios con Un trozo invisible de otro mundo obra sencillamente maravillosa que pudimos ver a esta orilla del Ebro hace años; lo de ayer con Una noche sin luna fue todavía mejor, si cabe. Una actuación magistral en una obra ya de por sí magistral. Si somos sinceros por muy gafapasta que seamos ver a Lorca tira para atrás. (Incluso adaptaciones geniales como La novia a ratos se intensa) pero esta no es una obra de Lorca sino sobre Lorca y sobre todo sobre el teatro y vida de Lorca y por encima de todo ello sobre el teatro en general y su defensa en estos tiempos de imagen efímera siliconada. Y sobre todo de libertad.

Juan Diego Botto juega solo, en un reto cara a cara con el público, con una obra milimetrada en su aparente espontaneidad. Que genialidad los minutos iniciales en los que pasa sin solución de continuidad de botto a lorca, ver como se va amanerando como cambia el ahora por el entonces, como sube de la platea al escenario, como modula la voz hasta hacerse otra cosa, cada gesto, cada mirada. Y una hora después lo mismo, pero en inverso con la misma brillantez.

Una puesta en escena aparentemente sin nada, pero con todo. Llena de simbolismo en cada elemento que aparece y desaparece, cada tabla que se retira, cada objeto que surge desde lo profundo como la realidad de las cosas, como las verdades que se desentierran al cabo de los años. La iluminación y el sonido sincronizados de manera perfecta con la emoción de cada momento, con cada silencio, con cada paso esquivando pozas y cunetas. Metaliteratura y poesía en carne viva teñida de actualidad e historia. Metateatro, que habla del teatro

En muchos momentos me recordó al Brujo, en su excelente obra Dos tablas y una pasión de la que ya hablamos aquí, pero esta obra tiene más peso, más hilo, todo más atado, no como subyugado sino como más repensado, argumentado. Aquí nada es improvisado ni hay hilván suelto, todo está cosido, armado, previsto encajado a la perfección detallista del ensayo mil veces repetido.

Lorca, juan diego, nos cuenta porqué lo mataron en el 36, por qué le censuraron sus obras, porque le llamaban maricón y señorito cuando él quería ser obrero del campo. El mono de curro tendido, las botas desenterradas, su amaneramiento remarcado para subrayar lo que reclama y declama en la libertad de ser suave porque le da la gana serlo, escribir poesía, dar discursos. Granada, el ruralismo mal entendido, el españolismo de bandera pero no de corazón, la hipocresía con alzacuellos, el derecho a besar a quien te plazca. La libertad en tiempos de entreguerras y fanatismos.

Reta a los espectadores a implicarse a aplaudirle, casi a afiliarse a sus ideologías cuando sube al cajón y arenga. Y sin que nadie se dé cuenta nos da el cambiazo para dejar de ser Lorca y vuelve a ser Juandiego y hablar de hoy, de sus ideas del siglo xxi y hasta nos convence que es justo que los actores y directores de su chupipandi guarden sus ahorros en un offshore en Bahamas. Qué grande, que brillante. En varios momentos he tenido esa sensación de emoción de saber que estaba viendo una interpretación sublime como pocas.

El teatro es la palabra a quemarropa, el tiempo de escena sin red. ¿Qué pensaría usted si los que mandan no le dejaran ver esta maravillosa obra? ¿Hasta dónde llegaría su pasividad de feliz espectador ante la injusticia? La obra se cierra como se empieza, cuestionando, provocando, cogiendo de la pechera al espectador para que no olvide lo frágiles que son sus derechos.

El teatro es más teatro cuando se posiciona, el teatro en toda su razón de ser, agitando conciencias, facilitando discrepancias, ha habido un imbecil entre el público que se ha levantado insultando al actor por militante; bueno, igual era un actor también o igual juandiego desdoblado. No me extrañaría que mañana fuera al juzgado o escribiera una carta al director como grupo de ofendidos.

No dejéis que nadie baje el telón, defended las buenas obras con las que discrepáis, y aplaudid como esta noche hemos hecho los zaragozanos durante casi quince minutos a Juan Diego Botto y su obra Una noche sin luna.

Gracias al Teatro de las esquinas que hace de mi pueblo un lugar más teatral o sea un lugar más libre.


Viewing all articles
Browse latest Browse all 432

Trending Articles